Friday, August 20, 2004

8) La sorpresa del comisario Polo

Bueno creía tener credencial de “anticomunista y antiseparatista”..., pero una casualidad lo perdió.

Pura casualidad

El asesinato de los hermanos Badia traspasó la frontera de la guerra y del primer franquismo, hasta que su principal implicado fue detenido, por pura casualidad, por un policía de la brigada político-social que había trabajado con Miquel Badia. Justo Bueno sería condenado a muerte y ejecutado en febrero de 1944, en el Camp de la Bota.


La peripecia de Justo Bueno Pérez, el jefe del grupo de pistoleros de la FAI al que se atribuyen los asesinatos de los hermanos Badia, del periodista Josep Maria Planes, del policía Jaume Vizern, del aviador francés Jean-Marie Moreau, de los hermanos Ruano y de sus compañeras, no acaba con su huida a Francia, tras ser liberado de la cárcel de Manresa a principios de 1938 por los suyos.

El procedimiento judicial en su contra prosiguió y el gobierno de la República pidió a Francia, en enero de 1939, la extradición de Bueno. La guerra, entre tanto, se encaminó a la victoria de las tropas franquistas, el primero de abril de 1939. La extradición de Bueno fue cumplimentada el 12 de agosto siguiente, cuando tras ser reconocido casualmente por la viuda del aviador francés en Marsella, fue detenido y entregado a las nuevas autoridades españolas y trasladado a Madrid.

Sorprendentemente, Bueno no tenía antecedentes en la policía de Madrid y la demanda de extradición era por haber dado muerte a un piloto francés cuando iba a vender un avión a la República. La defensa de Bueno, según explica Josep Benet en Domènec Latorre, afusellat per catalanista (Edicions 62), fue fácil. “El hecho de que se le acusaba no era cierto, sino que la denuncia venía de los comunistas, porque él era anticomunista y antiseparatista.”

El asunto Bueno, entre tantos casos urgentes, quedó relegado. No fue hasta abril de 1940 cuando compareció ante un juez militar, que se inhibió y trasladó el caso a Barcelona. Cuando el juzgado militar en la capital catalana recibió los papeles y se interesó por el preso, en septiembre de 1940, Bueno ya estaba libre.

Convencido de que con la nueva situación estaba blindado por anticomunista y antiseparatista, Bueno se instaló en la calle Borrell de Barcelona, en el 57, tercero primera, según el sumario archivado en el Tribunal Militar Tercero. Durante un año, el ex pistolero de la FAI trabajó en La Maquinista, sacando rédito a su condición de “vencedor” de la guerra. Pero alguien se iba a cruzar fatalmente en su vida.

La brigada político-social de Barcelona estaba dirigida por un policía bajito y pulcro, fumador empedernido, Pedro Polo Borreguero. Afirma Josep Planchart, 84 años y dirigente de Estat Català, que fue detenido e interrogado varias veces por aquel policía, que “era un agente profesional que había estado a las órdenes de Miquel Badia cuando éste se hizo cargo de los Serveis d’Ordre Públic de la Generalitat”. Según Planchart, Polo, que “guardó siempre admiración por Badia”, fue un día a visitarle a la Modelo. Corría 1972, cuando Planchart estaba acusado por la voladura del monumento a los caídos de la Diagonal. Polo le dijo: “Desde el primer día supimos quiénes habían asesinado a los Badia, pero no se nos permitió actuar.” Polo, como Vizern y cuantos investigaron aquel asesinato, sufrió persecución por parte del grupo de Bueno y huyó a Francia. Cuando terminó la guerra, el gobierno franquista le nombró jefe de la brigada político-social, entre otras razones, por su conocimiento de Barcelona.

El día 30 de junio de 1941, Justo Bueno paseaba tranquilo por la Rambla, a las 12 del mediodía, cuando se topó con el policía Pedro Polo, que iba acompañado del inspector Eduardo Quintela. Polo, una vez superada la sorpresa de encontrarse cara a cara con Justo Bueno, le interpeló. Ignorando cuál era el cargo de Polo, Bueno lo menospreció. El policía se lo llevó a Via Laietana. La censura permitió que La Vanguardia del 3 de julio de 1941 publicara la detención de Bueno que “inexplicablemente, se encontraba en Barcelona desde hace algún tiempo”. En pocas líneas, se le atribuían todos los asesinatos, aunque omitía el ajuste de cuentas del grupo.

En el interrogatorio, Bueno admitió que la operación de los Badia estaba preparada para asesinar sólo a Miquel. Que el ex jefe de policía de la Generalitat había sido espiado por un individuo que trabajaba de sastre en la calle Hospital. Otro faísta, Jaume Riera, que fue jefe de patrullas de control de la calle Balmes al empezar la guerra, fue el que facilitó las armas y el coche. Que el día del asesinato, los cuatro pistoleros llegaron en el Ford 39763 y tomaron posiciones en torno a la casa de Badia, en Muntaner, 52. El coche lo conducía Vicente Tomé Martín, que se situó delante del bar Bremen, con el motor en marcha. Que José Martínez Ripoll, con una pistola ametralladora , se apostó en la acera contraria, ante el domicilio, y que fue quien dio las indicaciones a Bueno y a Ruano, que eran los que descendían por la acera de los números pares. Los nombres, por supuesto, no son los que aparecieron en la prensa en 1936, dictados por el pistolero a Tísner. Fue Justo Bueno quien agarró a Miquel Badia por el brazo, antes de acribillarle. Lucio Ruano Secúndez fue quien disparó sobre Josep. Todos estos datos están extraídos de la sentencia archivada en la Auditoría Militar y que Benet publicará en el citado libro.

La sentencia sigue explicando que inmediatamente después del asesinato de los Badia, los cuatro pistoleros huyeron por la calle Diputació, hasta que a la altura de Viladomat abandonaron el vehículo. Después se reunieron en el bar Rosales, en el Paral·lel. Bueno declaró ante la policía franquista que la causa del asesinato de Badia “fue su actuación como enemigo de España” y que si había huido a Francia era porque lo perseguían los comunistas y los separatistas.

La tesis de su acendrado españolismo la repitió Bueno Pérez para defenderse en el consejo de guerra, que no se celebró hasta el 14 de julio de 1943, más de dos años después de su detención. Su defensor alegó que “el asesinato del aviador francés, de los hermanos Ruano y de los hermanos Badia no constituye un delito de adhesión a la rebelión, sino un sabotaje a la rebelión”. Bueno fue condenado a muerte y el “enterado” no llegó hasta el 24 de enero de 1944.

El citado Josep Planchart coincidió en la Modelo con Justo Bueno. Planchart, que formaba parte del servicio de espionaje que el Front Nacional de Catalunya había montado para los aliados, fue detenido en diciembre de 1943 e ingresó en la cuarta galería de la Modelo, con los atracadores peligrosos, los masones y los condenados a muerte. Se le encargó el servicio de sacristía, por lo que tenía acceso a todos los presos. Recuerda que “todos sabíamos quién era Bueno, con el que manteníamos un distanciamiento moral. Se le respetaba porque era un condenado a muerte, pero aún así él tenía una actitud arrogante y displicente con el resto. Nunca creyó que le condenaran a muerte, pero una vez ratificada la sentencia sabía que le iban a ejecutar. Supo mantenerse sereno”.

El día 10 de febrero de 1944, Justo Bueno Pérez, de 36 años, era ejecutado en el Camp de la Bota junto a un militante de Estat Català, para más paradojas de esta historia. Josep Benet se pregunta por la extraña razón de que el procedimiento sumarísimo contra Bueno durara casi cuatro años, un periodo de tiempo inconcebible. Una respuesta posible la ofrece el propio Bueno, en un pliego de descargos incluido en el sumario y escrito de su puño y letra: “Fui requerido por los señores Costa y Quintana (cabos de la guardia urbana de Barcelona en 1941) para ingresar a (sic) la policía de Falange para actuar en contra del separatismo y el comunismo, ya que siempre que la ocasión se ha presentado lo he hecho pero, teniendo la necesidad de hacerme algo de ropa, ingresé a trabajar en La Maquinista hasta que fui detenido.” Otros camaradas suyos ingresaron en el sindicalismo vertical.

La oscura historia del asesinato de los hermanos Badia no termina seguramente con la ejecución de Justo Bueno. Pero hasta aquí se ha relatado lo que se tiene por cierto.

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