Wednesday, August 04, 2004

5) Siete disparos en la Arrabassada

El último artículo de Planes antes de morir decía que había llegado la hora de apostar por la verdad.

No tuvo suerte

Tras publicar algunas informaciones valiosas sobre el asesinato de los hermanos Badia, los periodistas Tísner y Planes tuvieron que poner tierra de por medio para huir del acoso de los pistoleros de la FAI. Planes, de La Publicitat y El Be Negre, no tuvo suerte. Fue localizado por un delator y “paseado” de madrugada por la Arrabassada, donde fue muerto de siete tiros.


Siete disparos de pistola en el parietal izquierdo segaron su vida en la madrugada del 25 de agosto de 1936 en la carretera de la Arrabassada. El periodista de La Publicitat Josep M. Planes, nacido en Manresa hacía 28 años, fue la primera víctima de la investigación que se llevaba a cabo por el asesinato de los hermanos Badia. El fragor de la Guerra Civil, sin embargo, puso sordina a aquella sórdida pero trágica muerte.

Josep Maria Planes, redactor de La Publicitat, director de El Be Negre y colaborador del prestigioso Mirador, destacaba en aquella Barcelona de los años 30 por su periodismo moderno y de investigación, en una profesión caracterizada por la práctica del periodismo “de batalla”, en el que se confundían en muchos casos los deseos con la realidad. Cada partido, e incluso algunas corrientes dentro de los partidos, tenían su portavoz en forma de diario. Los redactores eran, en la mayoría de los casos, militantes que compaginaban sus profesiones con el periodismo para redondear sus salarios.

Pero había excepciones y una de ellas era Josep Maria Planes. A pesar de su juventud, Planes era lo que ahora se llamaría un “todoterreno” que cubría desde la política al deporte, pasando por el periodismo de tribunales y policiales. Planes había publicado series de artículos en La Noche, Mirador y La Publicitat que convertiría en libros: Les nits de Barcelona y Els gàngsters de Barcelona, reeditados por Proa (2001 y 2002, respectivamente). Era un periodismo que, según Jordi Finestres, a quien se debe la iniciativa de estas reediciones y la recuperación de la memoria de Planes, se llamaba “enquesta informativa” o “articles de denúncia”.

Las informaciones de Josep M. Planes sobre los “gángsters” de Barcelona, apelativo con que se conocía entonces a la delincuencia más o menos relacionada con los anarcosindicalistas de la FAI, le habían granjeado no pocos enemigos y problemas, hasta que una patrulla de “marrecs faieros” (según Tísner) le “pasearon” una trágica madrugada por la carretera de la Arrabassada y le descerrajaron siete tiros en la sien. Se cumplía así la amenaza que desde las páginas de Solidaridad Obrera, portavoz de CNT/FAI, se le había lanzado. “Obligarle a enmudecer” por sus denuncias de la violencia anarquista y, especialmente, a causa del asesinato de los hermanos Badia, el 28 de abril de 1936.

Íntimo amigo de Josep Maria de Sagarra, con quien se le veía a menudo en los tugurios nocturnos de la Barcelona canalla, bien vestido, buen bebedor y con aquella punta de jactancia típica del joven de comarcas que triunfa en Barcelona, no se sentía vinculado a ninguno de los dos extremos que, en aquel momento crucial, ocupaba buena parte del segmento político. Próximo a Acció Catalana, escribía cuarenta días antes del 18 de julio que “així com un cop d’Estat marxista ens portaria fatalment a una situació de força de tipus reaccionari, un cop d’Estat feixista ens portaria a una situació de força de tipus exactament contrari”.

Sobre su visión del periodismo, Planes escribió en Mirador que “si en el món hi ha alguna persona capaç d’heure-se-les tranquil·lament amb un bisbe, un torero, un professor de grec, un ballarí negre, un escriptor famós, una reina de la bellesa, un ministre, un saltimbanqui o un general, sense entendre res de bisbes, ni amb toros, ni amb grec, ni amb coreografia, ni amb literatura, ni amb política, ni amb estratègia, aquesta persona, ja en podeu estar segurs, és un reporter. El reportatge és això: parlar de tot sense entendre de res. Cal tenir, això sí, un estil una mica clar, una mica net, posseir una certa audàcia i al mateix temps no oblidar mai allà on comença la frontera del ridícul”.

Tísner, con el que compartió informaciones y amenazas, decía de Planes que “era molt agut i enginyós amb les comparacions i amb la captació d’imatges. També crec que era excessivament frívol, raó per la qual no havia entrat en un periodisme més difícil: el de les idees i del pensament. Però aquesta frivolitat d’ El Be Negre, que es rifava de mig Barcelona, la va superar amb els articles de La Publicitat, tot seguint una línia molt equànime, seriosa i digna”.

Cuando las amenazas de La Soli subieron de tono hasta el agobio, Planes decidió esconderse. Recurrió a su amigo el pintor Francesc Fontanals, que colaboraba en El Be Negre y que tenía el estudio en la calle Madrazo. Lilian, una mujer francesa que era la compañera de Planes, cometió la indiscreción de revelar a una amiga dónde se hallaba escondido el periodista y, aquella tarde, se presentaba una patrulla de la FAI en la calle Madrazo. Pero el periodista pudo huir antes de que le prendieran y acudió a su amigo Josep M. de Sagarra, quien le consiguió el piso vacío de otro amigo, éste en la calle de Muntaner, esquina plaza Adriano.

Cómo dieron los “faieros” con Planes no se sabe. Pero la versión más lógica es que el periodista pudo cometer la ingenuidad de salir al balcón de la casa en que se refugiaba. Aquel mes de agosto de 1936 era extremadamente caluroso y su tez blanquecina debió llamar la atención de alguien que debió confundirlo con un sacerdote escondido, lo que era bastante usual. Dicen que cuando se presentó la patrulla, Planes les franqueó la puerta y dieron con su pasaporte en la mesa. Aquella misma noche fue paseado por la Arrabassada y abatido. Al día siguiente encontraron el cadáver en una cuneta y sus restos fueron trasladados al hospital Clínic.

Se había cumplido la amenaza de unos, cuando La Soli publicaba, el 9 de julio de 1936, que (Planes y Tísner) “son dos periodistas sin dignidad y sin vergüenza y que vomitan injurias por cuatro viles monedas. Su conducta sólo halla un símil. Es el ‘Delateu’ del año 1909 el que resucitan con fuerza inusitada”. Pero también se había cumplido la negra predicción que Planes había hecho en La Publicitat del 11 de julio de 1936, el último artículo que probablemente publicó en vida: “Ahora es el momento de ver si ganan los partidarios de la claridad o los de la oscuridad.” Con su muerte estaba claro quién estaba ganando.

Ramon Peypoch, secretario general de Acció Catalana, un partido al que se calificaba despectivamente como la “Lligueta”, contactó con Tísner para informarle de que hacía una semana que no sabían nada de Planes, después que le hubieran descubierto en su escondite. Que sus compañeros de La Publicitat habían recorrido varios hospitales sin resultados. Peypoch suplicó a Tísner que acudiera a la “morgue” por si le encontraba. Éste, que también estaba amenazado por la FAI e incluso le habían ido a buscar a su casa, se disfrazó de miliciano y, acompañado de una célula de Acció Catalana, se presentó en el Clínic.

El relato de Tísner es terrorífico: “Vaig haver de fer un gran esforç per tal d’endisar-me en aquella Estígia de cossos sangonents. El sotarrani sencer era una aterridora estesa de morts i examinar-los tots, un a un, feia una dura prova per a la meva capacitat de resistència. Em neguitejava més el pensament de trobar-hi en Planes que no pas de no trobar-lo. Hi era, però. I abans que no la persona, hi vaig reconéixer un vestit de color blau marí amb unes ratlles primes i blanques que manta vegada li havia vist dur. També portava una inconfusible camisa de color blau cel. Al rostre li havia quedat un inconegut rictus de terror.”

Al día siguiente, La Publicitat informaba del asesinato de su redactor Josep Maria Planes con la conclusión siguiente: “Esdevingut en circumstàncies que no ens ha estat possible precisar perquè el finat feia temps que havia deixat de tenir contacte amb la redacció.” Un texto frío y ambiguo, pero sobre todo cobarde ante la insensatez y el terror que estaba ganando la batalla.

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